Definición: Una Persona
sorda es ante todo un ser humano con características únicas e irrepetibles; con
un nombre propio, con derechos y con deberes un sujeto integral que hace parte
de la sociedad, que no pertenece a “otro mundo”, más allá de las diferencias
étnicas, religiosas, políticas, económicas, sociales, históricas, lingüísticas
y biológicas.
Sin embargo el hecho de que tenga una deficiencia en el órgano de la
audición, la sitúa en el grupo de personas con discapacidad, grupo de por sí,
totalmente heterogéneo y muy desconocido por el resto de la sociedad.
La deficiencia auditiva no tiene relación con otro tipo de
deficiencias y esto es importante aclararlo porque tradicionalmente se ha
considerado que las personas con deficiencia auditiva tienen también
deficiencia cognitiva o problemas de aprendizaje.
La deficiencia auditiva se causa por diversas circunstancias,
congénitas o adquiridas, y tiene diferentes grados o niveles (parcial o total);
lo que en gran medida determina la forma de comunicación que adopta la persona.
De esta manera podemos decir que las Personas sordas no son iguales a
aquellos que no tienen una deficiencia auditiva, que dentro del grupo de sordos
se denominan “oyentes”; pero hay que dejar claro que la diferencia radica, no
en que los unos sean “normales” y los otros sean anormales, deficientes,
discapacitados, minusválidos, inválidos, sordomudos, entre otros de los tantos
calificativos que de manera indistinta usa la sociedad para referirse a
personas que considera enfermas, sino que unos y otros usan formas diferentes
para acceder a la información del entorno y por ende desarrollan códigos de
comunicación diferentes, algunos hablan -a pesar de no oír-, otros usan la
lengua de señas e incluso otros, por la falta de reconocimiento como sujetos de
derecho y por la privación social y educativa que han vivido, no

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